Sabéis esas imágenes que nos producen un nudo en el estómago, esas que el cerebro evoca como una visión de emoción, de serenidad, de placer? Imagínate por un momento que estás en medio de un bosque, con las copas de los árboles llenas de hojas de tonalidades amarillentas y marrones, con el olor de tierra húmeda llenando tus pulmones, la temperatura justa para pasear sin pasar frío… Podemos afirmar que otoño es una estación que nos provoca muchas sensaciones agradables, y la mayoria de ellas están relacionadas con los colores que percibimos. Te has preguntado cómo se originan estos colores?
Hay una amplia diversidad de factores que están implicados en este cambio de color de las hojas, como por ejemplo la humedad, el pH, las condiciones del suelo, la bajada de temperatura…. pero el factor principal es la ausencia de horas de luz a medida que los días empiezan a acortarse. En estas condiciones, las plantas se preparan para pasar el invierno y empiezan a almacenar nutrientes y a transportarlos hacia la madera. Las hojas de las especies caducas van reduciendo su actividad progresivamente hasta pararla del todo, lo que acaba con la escisión natural de las hojas para continuar con la cadena de la naturaleza. En este punto, las hojas y plantas pasan a formar parte de la materia orgánica de los suelos.
Pero centrándonos en el cambio de color de las hojas, la causa de esta alteración es la interacción de los tres pigmentos más importantes: la clorofila, los carotenoides y los flavonoides (antocianines en su mayor parte). La clorofila es el pigmento más abundante en las hojas y promueve el crecimiento en las plantas, puesto que participa en el proceso de la fotosíntesis, y porque haya clorofila se necesita sol y calor, por eso en épocas como la primavera o el verano es el pigmento que más abunda y el motivo por el cual vemos las hojas de ese verde tan espectacular. Cuando disminuye la presencia de la clorofila, y por tanto del color verde, afloran otros pigmentos que quedan “ocultos” por la gran presencia de esta, y entonces es cuando acaba apareciendo toda la gamma de amarillos, rojos, naranjas, incluso púrpuras.
Esta síntesis sobre el proceso de los colores de otoño se traduce en árboles rojos como los cerezos silvestres, los árboles de los palosantos, los arces (arces) o la espectacular parra virgen que cubre paredes y muros. Árboles de color amarillo, como por ejemplo los espectaculares Ginkgo biloba que forman parte del arbolado de calle de Barcelona, o los colores marrones de los castaños que cogen esa tonalidad tan característica entre verdes y marronosos. Todos ellos, un espectáculo por los sentidos.
Una recomendación: Hay un lugar muy especial donde poder visitar todos estos colores en esta época. En Catalunya tenemos varios hayedos espectaculares, pero hay uno en Saldes un poco escondido, a los pies del imponente Pedraforca, que nos tiene el corazón robado. Es el bosque de Gresolet del parque Natural del Cadí- Moixeró, desde donde podrás admirar la naturaleza en su esplendor. Os enseñamos una fotografía, pero no os explicamos nada más, descubrirlo siempre es más emocionante.
Un ramo: En este post no podemos ofrecer otro ramo que toda la gama de colores de otoño! Marrón, amarillo, rojo… Además, es un ramo que como no tiene flor lo podréis tener mucho tiempo en vuestra casa, porque incluso cuando se secan las hojas queda bonito. Una manera de abrir las puertas de vuestra casa al otoño.